Para leer en la mesa de shabat: Tiempo al tiempo

Fin de año era una de las épocas más húmedas en la escuela. Es que la despedida de los egresados arrancaba muchas lágrimas, tanto de padres emocionados como de maestros encariñados.
Ese año, Tommy dejaría la escuela, pero a diferencia de los demás, no seguiría la universidad en el país, sino que se trasladaría a otro país para estudiar y tal vez emigraría. Con Tommy había desarrollado una linda amistad. Era muy servicial y nos ayudaba tanto en las cosas del colegio, que se me hacia difícil imaginar cómo funcionaría sin él el próximo año. Sin duda, su partida sería una gran pérdida para la institución…
Fue Tommy el que, viendo mis ojos vidriosos y el nudo en la garganta, cuando nos despedimos, me regaló la siguiente historia: Un campesino, pobre pero sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo.
Un día el hijo le dijo:
—¡Padre, qué desgracia! Se nos ha escapado el caballo.
—¿Por qué le llamas desgracia? —respondió el padre—, veremos lo que trae el tiempo…
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
—¡Padre, qué suerte! –exclamó esta vez el muchacho– nuestro caballo ha traído otro caballo…
—¿Por qué te apresuras a llamarlo suerte? –repuso el padre — veremos lo que trae el tiempo…
A la semana siguiente, el muchacho se propuso montar en el nuevo caballo, pero éste, que no estaba domado, se encabritó y arrojó al muchacho al suelo quebrándole una pierna.
—¡Padre, qué desgracia! –exclamó el muchacho– me quebré una pierna. El padre, retomando su experiencia y sabiduría sentenció:
—¿Por qué le llamas desgracia? —respondió el padre— veremos lo que trae el tiempo…
El muchacho, no se convencía de la filosofía de su padre, sino que gemía en su cama. Pocos días después, pasaron por la aldea los enviados del rey, reclutando jóvenes para llevárselos a la guerra. Entraron en la casa del anciano campesino, pero al ver al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar como absolutas la desgracia ni la fortuna, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
La moraleja de este antiguo cuento, es que la vida da tantas vueltas y es tan paradójico su desenlace, que lo malo se hace bueno y lo bueno, malo. Es por eso que lo mejor es esperar al día de mañana, pero sobre todo confi ar en que todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas. No se equivoca el pájaro que ensaya el primer vuelo y cae al suelo, se equivoca el que por temor a caerse no abandona el nido y renuncia a volar.
Tommy estudió e hizo un posgrado en educación. Catorce años más tarde, Tommy se convirtió en el director del colegio en el cual se había educado.
Fuente Dorados cuentos para pensar. Rab. Isaak Sakkal. 

 


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