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-contestó el joven:"En el mismo tiempo en que el caballo débil recorre un kilómetro el fuerte avanza cuatro".
"¿Y qué sucede cuando el caballo fuerte se equivoca de camino?, ¿Acaso no se internarÃa más rápidamente en el bosque?", pregunto el Rebe. " Es cierto, reconoció el muchacho, "pero al darse cuenta de su error, retornará mucho más aprisa".
El Rebe repitió esas últimas palabras con mucho fervor, y de pronto el hombre comprendió la intención del Alter Rebe, y se sintió conmovido retornando al poco tiempo al camino del bien.
HabÃa una vez un judÃo cortesano. VivÃa en un gran castillo, lleno de
habitaciones, grandes jardines y mucho lujo. Sin embargo, este hombre,
como muchos otros, tenÃa un problema: no se sentÃa feliz.
A pesar de su fortuna y su prestigio sentÃa que le faltaba algo. Nunca estaba contento con lo que tenÃa.
En
el castillo trabajaba un hombre que siempre estaba alegre; realizaba
sus tareas con placer y en su rostro se dibujaba una eterna sonrisa.
Al
encontrarse con él, el cortesano se preguntaba siempre cómo podÃa ser
que un hombre asÃ, tan pobre y con un trabajo tan humilde, se sienta
feliz.
Un buen dÃa, comentó el asunto con uno de sus consejeros:
-"No entiendo cómo este obrero puede sentirse feliz. No lo he visto
nunca enojado, en su cara siempre hay dibujada una sonrisa."
"Lo que
sucede, mi señor, es que este hombre no ha ingresado al "cÃrculo del
99": es por esto que él es feliz", contestó el consejero.
- "¿Y qué es el "cÃrculo del 99"? - preguntó el cortesano. muy extrañado.
-
"Se lo voy a demostrar." - dijo el consejero con firmeza. - "Hoy a la
noche, cuando el obrero llegue a su casa, dejaremos en su puerta una
bolsa con 99 monedas de oro. El resto lo comprobará Usted por su
cuenta."
Y asà sucedió. Por la noche, cuando el sirviente se
encontraba en su humilde casa, feliz., con su esposa y sus hijos, el
cortesano y el consejero golpearon en la puerta del pobre hombre y
dejaron en el suelo la bolsa con las 99 monedas. Rápidamente se
escondieron detrás de un árbol y observaron todo lo que sucedÃa en la
casa.
El hombre abrió la puerta, miró hacia un lado y hacia el
otro, pero no vio a nadie. Sin embargo, encontró en el suelo una bolsa
que parecÃa no pertenecer a nadie. La recogió del suelo y la llevó a su
casa. Junto a su mujer y a sus hijos comenzó a abrirla, muy extrañado
por lo que estaba sucediendo.
Al ver el contenido, comenzó a llorar
de alegrÃa, ¡una bolsa con monedas de oro! ¡Qué bien le venÃa este
regalo! A partir de ese momento no tendrá más preocupaciones, sus hijos
podrán vestir y comer como los ricos, y su mujer se comprará las mejores
ropas. IrÃan de paseo todos los dÃas, y serÃán aún más felices.
Pero
en ese momento decidió contar las monedas, para saber cuán grande era
su fortuna. Y comenzó con la cuenta: una, dos, noventa y ocho, noventa y
nueve...
El hombre se puso furioso, no podÃa creer lo que estaba pasando.
"¡Me robaron una moneda!", - comenzó a gritar. - "¡No hay justicia en este mundo! ¡Alguien se llevó mi moneda!"
Y fue en ese instante cuando el hombre entró en el "cÃrculo del 99".
La
expresión de su cara cambió, la eterna sonrisa se transformó en una
mueca de bronca y odio, y la sensación de felicidad desapareció para
siempre.
En el trabajo, el pobre hombre ya no sonreÃa ni era amable con la gente, hasta con el cortesano se mostraba hostil.
Un buen dÃa, el cortesano le preguntó qué le ocurrÃa, ¿por qué andaba siempre con esa expresión tan triste en su cara?
"Y
qué crees tú, ¿que debo andar siempre contento?" - dijo casi gruñendo.
"Yo no soy tu bufón. Hago mi trabajo, y por eso me pagan, pero nadie
puede obligarme a estar alegre."
Frente a esta contestación tan
agresiva, el cortesano se ofendió mucho y pronto comprendió lo que
significaba pertenecer al "cÃrculo del 99". Ese pobre obrero vivió el
resto de su vida creyendo que le faltaba una moneda para ser feliz. Y
él, el cortesano con tantos recursos y tanto prestigio, vivÃa de la
misma manera, creyendo que siempre le faltarÃa algo para sentirse
completamente feliz.
Fuente: Cuentos judÃos para disfrutar.
Nota de redacción: A veces la persona cree que por tener más va a ser feliz, sin darse cuenta que la felicidad se puede encontrar en las pequeñas cosas.
Al leer los salmos se observan distintas mitzvot: Se está mostrando emuná completa hacia El Creador como único salvador (Mitzva ben adam lamakom).
-Se está sintiendo el dolor del prójimo como propio (Tzarat azulat) (Mitzva ben adam lajabero).
-Se está salvando una vida. (Mitzvat lo taase deoralta "lo taamod al dam reeja").
-Incluso es probable que todas las mitzvot y estudio de tora que provengan de la persona y toda su cimiente, sean contados también a favor de Ud. a la hora del juicio.
-Leyendo tehilim con concentración se cumple la mitzva "BEAHABTA ET ASHEM ELOKEJA BEJOL LEBABEJA U BEJOL NAFSHEJA" Y amarás a Hshem tu D"s con todo tu corazón y con toda tu alma".