Para leer y reflexionar: Las luciérnagas de Safed

Hace muchos años, reinó en Safed un soberano árabe, persona maligna que odiaba a los judíos. Forjó muchos proyectos para amargarles la vida: cómo sacarles el sustento de la vida y torturarlos. Le disgustaba que estuvieran junto con sus hijos estudiando Tora, hasta bien tarde en la noche.
Safed estaba envuelto en la oscuri­dad. Pero en las callejuelas de los judíos, se vislumbraba la luz en la casa de oración y estudio, y desterraba la sombra de la oscuridad como un faro.
Eso causó mucha rabia al gobernante árabe, quien ordenó: Está estrictamente prohibido a los judíos, prender luces en la noche, ni velas de cera, ni velas de aceite, ni antorchas.
Los judíos de todas las edades comenzaron a llorar. Que debían hacer? Abandonar el estudio? Abandonar la Torá?
Al día siguiente y tras mucho meditarlo los niños se reunieron en secreto fuera de la ciudad apenas se puso el sol.
Un suave viento soplaba desde las montañas de Canaán. Llegada la noche en Safed aparecieron las estrellas en el cielo, los perros ladraron, pero los niños no se atemorizaron.
En el valle del viejo molino había un sinnúmero de lucecitas que flotaban en el aire. Los niños habían llevado pequeños canastos.
El arroyo murmuró y vieron minúsculas estrellitas relampagueando y apagándose. Volando divertidas. Eran luciérnagas.
Con mucho cuidado las fueron cazando y llenando los recipientes con estas chispas vivientes. Regresaron a la casa de estudio con el gran botín.
La noche estaba por terminar y los feligreses estaban por volver a sus casa, cuando de pronto vieron una luz tenue como la de la luna que iluminó la pieza y los libros.
Así descubrieron la inteligencia de los niños. Los adultos se siniteron muy orgullosos por este acto y se sentaron nuevamente a estudiar.
¡Que milagro! Las luciérnagas no trataron de escapar. Daban vuelta por encima de los estudiosos, formando círculos e iluminando todo.
El canto del estudio se escuchó a los lejos y los árabes denunciaron al Soberano que había luz en la casa de estudios quien se apresuró a vengarse de los judíos.
Pero no había velas de cera, ni de aceite, ni antorchas sino la luz de las luciérnagas. Esto no estaba prohibido!
El gobernador volvió a su casa avergonzado y los judíos de Safed, junto a sus niños siguieron estudiando hasta media noche con un canturreo alegre.
Dicen que desde entonces, los niños de ese pueblo nunca cazan luciérnagas ya que hicieron el milagro de proporcionar luz para leer la Torá y sus interpretaciones.
Fuente: Veghazi.cl


 




 

 

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