Para leer en la mesa de Shabat
Cuando el Jafet Jaim no pudo Callarse
Después de la revolución rusa, en el año 5668 (1918), se congregaron en Radin varios Yehudim, con la intención de fundar una Jebrá Kadishá (Entidad comunitaria encargada de los servicios funerarios judíos) en abierta competencia con la ya existente, lo que sin duda iba a provocar un pleito muy grande entre los integrantes de aquella Kehilá. En el Shabat anterior a la inminente apertura, se hizo presente el Jafetz Jaim durante la Tefilá, y luego de subir a la Tebá (Estrado Ritual) pronunció las siguientes palabras:
"¡Queridos hermanos! Si me hubiesen ofrecido miles de rublos para que venga a disertar ahora, no hubiera aceptado. Yo ya estoy anciano y todo momento es muy preciado para mí, y por dinero, no cambio mi tiempo... Pero yo he visto aquí una imperante necesidad de hablarles a ustedes, hoy. Llevo en este lugar más de cincuenta años y permanecen en mi memoria todos los Yehudim que asistieron a este Bet Hakenéset: Fulano, Mengano, etc. ¿Dónde están todos ellos hoy? Sólo el recuerdo, quedó de ellos. Están presentes en los montículos de tierra y en las lápidas del Bet HaJaim (Cementerio Judío). Muchos de ustedes ni siquiera vivían cuando ellos se fueron de este mundo.
"Y muchos que eran en aquella época niños, hoy ya son ancianos. ¡Ojalá que todos nosotros vivamos muchos años! Pero reconozcamos que al final, llegaremos a aquel lugar y deberemos rendir cuentas de lo que hemos realizado en esta vida...
"¡Y sepan ustedes, Rabotay (Aprox.: "Público presente")! El tema de los pleitos y las peleas es muy grave. Tanto, que aquel que haya cumplido muchas Mitzvot, si se ve enredado en una pelea, es como si tirara todas esas Mitzvot en un saco roto. Y yo estoy seguro de que cuando se enfrenten "allá" al juicio final, harán todo lo posible para salvarse y justificar sus actos. Y van a decir que en la ciudad de Radin había un anciano Yehudí, de nombre Israel Meir, que lo consideraba un Jajam, y que vio todo lo que estaba pasando y se quedó en silencio. Por eso yo les pido que... ¡no mencionen mi nombre! Tengo algunas Mitzvot en mi haber y no sé qué será de ellas en el momento del Gran Juicio. ¡¿Cómo puedo recibir sobre mí la responsabilidad de los demás...?!"
Al acabar de pronunciar estas palabras irrumpió en un llanto y todo su cuerpo se estremeció por un largo rato. Esta escena provocó en todos los presentes una conmoción muy grande, lo que hizo que decidieran anular el proyecto de fundar aquella institución. Y decretaron que por el transcurso de tres años no reciban ningún pago por los servicios funerarios a los integrantes de la Comunidad, brindando un auténtico Jésed Shel Emet (Beneficencia Verdadera).
(Hameorot Haguedolim 322)
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