Para leer en la mesa de shabat: Debarim

Dijo el Admur de Kalev: Escuché del Admur de Klausenburg zatz’al que cuando los hermanos Rabí Elimelej zatz’al y Rabí Zusha zatz’al fueron al Exilio, el Satán vio que en todo lugar al que llegaban, hacían volver en teshuvá a sus habitantes. Por eso, el Satán les advirtió que dejaran de viajar, y que si no lo hacían, los atacaría con todas sus fuerzas. Pero ellos respondieron que él podía hacer lo que quisiera: ellos seguirían con su tarea.
Luego de un tiempo, el Iétzer HaRá (el instinto del Mal) volvió a presionarlos, y los amenazó con que, si no interrumpen y se vuelven, él mismo haría jasidim y rabanim que responderían a “sus” órdenes. Rabí Elimelej y Rabí Zusha sufrieron mucho ante esta posibilidad, pues esto causaría una gran confusión en la gente, que no sabrían distinguir entre aquellos que estarían del lado de la santidad y quiénes responderían a las fuerzas del mal. Sin embargo, no se rindieron.
Pasó un tiempo, y los hermanos llegaron a Ushpizin. En el medio de la ciudad había un puente y mientras lo cruzaban, volvieron a encontrarse con el Satán, que tenía una espada desenvainada en su mano, y les dijo: “Si intentan cruzar, morirán por esta espada”. Rabí Zusha dijo: “Seguiremos nuestro camino, nosotros no tenemos que tener su permiso”. Pero Rabí Elimelej consideró que era mejor volver. Finalmente, regresaron, y no cruzaron al otro lado del puente.
Con el paso de los años, comprobaron algo sorprendente: en la primera parte de la ciudad (en donde los hermanos habían estado), crecieron generaciones de iehudim devotos y temerosos de la Torá y las mitzvot. Mientras que en la otra parte de la ciudad, los judíos se asimilaron, tal y como había ocurrido con los iluministas de Alemania, y así siguieron todos los años hasta el dominio Nazi en Europa. A pesar de que las dos partes de la ciudad estaban pegadas la una con la otra, y simplemente estaban separadas por un puente. Más tarde, durante el Holocausto, en aquel mismo sitio funcionó el campo de exterminio de Auschwitz, en esa parte exacta de la ciudad de Ushpizin a donde el Satán no le permitió a los hermanos llegar, ahí estaba el lugar más dominado por las fuerzas negativas.
De esta historia debemos aprender hasta cuánto vale la pena esforzarse con tal de salvar las almas de los Hijos de Israel a través de la Torá y las mitzvot, estén donde estén. Vemos que estos rabinos insistieron lo máximo que pudieron, y no cedieron a los intentos de seducción y a las advertencias del Satán que los iba a dañar mucho, sino fueron hasta el lugar que había allá una fuerza de la impureza muy grande.

Fuente: Perashat Hashavúa. Kaalov.org.ar

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