Para leer en la mesa de shabat: Esto enseñaron mis maestros
Contó
el Rabino Abraham Bahern, quién erigió un colegio de niñas ejemplar en
Kfar Pines y posteriormente otro en la ciudad de Jederá, lo que provocó
que tomase la decisión de transformarse en un educador en el pueblo de
Israel.
Así él nos contó. Cuando era niño, mientras estudiaba en el
Talmud Torá “Etz Jaim”, el día de estudios era muy extenso y culminaba
al anochecer.
Para calmar el hambre, nos daban a cada niño un plato
lleno de compota a la tarde, y cuando un niño terminaba su plato, tenía
permiso para acercarse a la cocina y pedir más
Uno de aquellos días,
recibí mi porción de alimento y comencé a comer. Tenía mucho hambre y
temí que hasta que termine mi comida, se termine la compota que aún le
sobraba a la cocinera. Me acerqué inmediatamente a ella y le pedí otra
porción. Su reacción fue: “¡recién recibiste tu porción!”. Yo era un
niño y como consecuencia del enojo provocado por su respuesta, tomé por
mi mismo la olla, y la compota se cayó enterita de bruces contra el piso
… lo cual provocó un gran tumulto y desorden en el lugar.
Al día
siguiente me avisaron que el “mashguiaj rujani” (supervisor espiritual)
del Talmud Torá, el Tzadik Rav Arié Levín, me citó para reunirse
conmigo. Temí mucho de aquella reunión, pues estaba seguro que me iban a
escarmentar por mi conducta.
Cuando entré en su pequeña oficina la
cual estaba debajo de las escaleras del Talmud Torá, me sentó a su lado y
me dijo: he escuchado lo que te sucedió ayer, y me he dado cuenta de
que a ti te gusta mucho la compota.
Aquí tienes un plato de compota
solo para ti. Siéntate y cómelo hasta que te sientas satisfecho. En ese
mismo momento me dije a mi mismo: he recibido una gran lección sobre
cómo se debe de educar. Y fue en ese momento, que decidí que cuando
crezca, también yo quería transformarme en un educador para el pueblo de
Israel.
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