La comunidad jasídica de Polonia estaba en shock. El famoso Rebe, Rabí Moshé de Lelov decidió viajar e instalarse en la Tierra de Israel. ¿Qué harían sin su líder?
Los jasidim más cercanos contaron que cuando el Rebe era un niño, su padre Rabí David de Lelov, le dijo: "Yo no he tenido el mérito de conocer la Tierra de Israel, pero tú debes ir allí. A través de tu servicio Divino en el lugar, lograrás apresurar la llegada del Mashíaj y la Redención".
En su camino recorrió muchos pueblos y aldeas. Incluso Rabí Israel de Ruzhin le solicitó que esperara y después de un tiempo emprenderían juntos el viaje. Rabí Moshé se negó: "Mi barba blanca me impide aguardar".
Entre sus discursos jasídicos, Rabí Moshé contó sus planes: "Cuando llegaría a Jerusalem se dirigiría al Kotel (Muro de los Lamentos). Allí haría sonar el Shofar, haciendo temblar a los mundos superiores. Llevaría consigo el vaso de Kidush de su maestro, el Jozé de Lublín, que poseía una santidad incomparable que le permitiría realizar grandes milagros. "¡No me moveré de allí hasta que llegue el Mashíaj!", anunció.
Después de despedirse se embarcó con su familia hacia la Tierra Santa. Luego de un largo viaje, arribaron a Eretz Israel. Se dirigieron a Jerusalem.
Cuando se aproximaron a los portones de la ciudad, el precioso vaso del Jozé se deslizó, cayó entre las rocas y se hizo añicos.
Trataron de seguir su camino, pero repentinamente Rabí Moshé se enfermó severamente. Decidieron esperar hasta que se recuperara. Pero su salud seguía deteriorándose. En pocos días sintió que su alma abandonaría este mundo. Pidió a su familia que lo transportara al Kotel. Así lo hicieron, pues veían que se acercaba el fin.
Pero cuando se acercaron al Kotel y casi lograban su cometido, un grupo de árabes comenzó a arrojarles piedras y a duras penas lograron escaparse y salvar sus vidas.
Rabí Moshé de Lelov falleció en el año 1851, a los 72 días de haber arribado a Eretz Israel, sin poder apresurar la llegada de la Redención, pues desde el Cielo indicaron que aún no había llegado el momento. Su cuerpo descansa en el Monte de los Olivos, cerca del profeta Zejariá.
Sin embargo, el Rebe de Lubavitch nos indicó que somos la última generación del Galut y la primera de la Redención. ¡Sólo está en nosotros acercar la llegada del Mashíaj a través de nuestras buenas acciones y Mitzvot!