Una adolescente entrĂ³ a la oficina de Rab Shmuel Kaminetzky, el
rabino de la ciudad de Dniepropetrovsk (Ucrania) un domingo de tarde.
Su bisabuela necesitaba que el rabino la visitara en su casa, en una villa a dos horas de la ciudad. "¿Tu bisabuela es judĂa?" preguntĂ³ el rabino. "No" respondiĂ³ la joven. "¿Alguien en tu familia lo es?" "No" fue la respuesta.
El rabino revisĂ³ su apretada agenda y prometiĂ³ visitarla en dos semanas.
Una semana despuĂ©s la joven retornĂ³. "Mi bisabuela tiene 90 años y no puede trasladarse hasta aquĂ. Necesita hablar con usted ahora"
RabĂ Kamenetzky hizo algunos llamados telefĂ³nicos, anulĂ³ citas y acompaĂ±Ă³ a la muchacha al pueblito aledaño. Cuando el Rabino entrĂ³ en la diminuta casita se encontrĂ³ con la anciana Basia. Cuando ella lo vio comenzĂ³ a llorar incontrolablemente. Al calmarse, comenzĂ³ a hablar en un precario idish: "CrecĂ en un hogar judĂo religioso. Durante un pogrom en la ciudad de Yekatrinoslav (hoy Dniepropetrovsk) en 1911 vi cĂ³mo mataban a mis padres". Basia hablaba ahora en ruso, y sus hijos, nietos y bisnietos escuchaban sorprendidos. Ella relatĂ³ cĂ³mo una familia gentil la adoptĂ³ y la cuidĂ³, con la condiciĂ³n de que obtuviera nueva documentaciĂ³n y nunca le relatara a nadie que era judĂa, pues temĂan por su vida. "Hasta este momento" dijo Basia solemnemente, "nadie mĂ¡s en el mundo sabĂa que yo era judĂa" SacudiĂ³ su cabeza y confesĂ³ que siempre ansiaba el momento de poder revelar su secreto. En realidad ella deseaba recibir una sepultura judĂa. Todos en la habitaciĂ³n permanecieron en silencio mientras Basia recordaba algunas de sus memorias. Rabino, recuerdo bien mi infancia. Tengo muy presente al Rabino de la ciudad y a su esposa, RabĂ Levi Itzjak Schneerson y la Rabanit Jana (n.d.r: Padres del Rebe de Lubavitch).
Basia habĂa tenido tres hijas. Cada una de ellas habĂa tenido tres hijas tambiĂ©n. El Rabino explicĂ³ a todos los presentes que todos eran judĂos. Al dĂa siguiente, la bisnieta apareciĂ³ nuevamente en la oficina del Rabino. Con lĂ¡grimas en los ojos dijo: "Mi bisabuela falleciĂ³ y queremos que tenga un sepelio judĂo" DespuĂ©s del funeral, una de las hijas dijo al Rabino: "Ahora comprendo por quĂ© mi madre no comĂa pan durante una semana en primavera y ayunaba durante todo un dĂa en otoño"
A partir de ese momento, RabĂ Kaminetzky se ocupĂ³ de que la familia se conectara con sus raĂces judĂas. Hoy todos los descendientes de Basia viven su vida como iehudim, y varios de ellos han emigrado a Israel.
Su bisabuela necesitaba que el rabino la visitara en su casa, en una villa a dos horas de la ciudad. "¿Tu bisabuela es judĂa?" preguntĂ³ el rabino. "No" respondiĂ³ la joven. "¿Alguien en tu familia lo es?" "No" fue la respuesta.
El rabino revisĂ³ su apretada agenda y prometiĂ³ visitarla en dos semanas.
Una semana despuĂ©s la joven retornĂ³. "Mi bisabuela tiene 90 años y no puede trasladarse hasta aquĂ. Necesita hablar con usted ahora"
RabĂ Kamenetzky hizo algunos llamados telefĂ³nicos, anulĂ³ citas y acompaĂ±Ă³ a la muchacha al pueblito aledaño. Cuando el Rabino entrĂ³ en la diminuta casita se encontrĂ³ con la anciana Basia. Cuando ella lo vio comenzĂ³ a llorar incontrolablemente. Al calmarse, comenzĂ³ a hablar en un precario idish: "CrecĂ en un hogar judĂo religioso. Durante un pogrom en la ciudad de Yekatrinoslav (hoy Dniepropetrovsk) en 1911 vi cĂ³mo mataban a mis padres". Basia hablaba ahora en ruso, y sus hijos, nietos y bisnietos escuchaban sorprendidos. Ella relatĂ³ cĂ³mo una familia gentil la adoptĂ³ y la cuidĂ³, con la condiciĂ³n de que obtuviera nueva documentaciĂ³n y nunca le relatara a nadie que era judĂa, pues temĂan por su vida. "Hasta este momento" dijo Basia solemnemente, "nadie mĂ¡s en el mundo sabĂa que yo era judĂa" SacudiĂ³ su cabeza y confesĂ³ que siempre ansiaba el momento de poder revelar su secreto. En realidad ella deseaba recibir una sepultura judĂa. Todos en la habitaciĂ³n permanecieron en silencio mientras Basia recordaba algunas de sus memorias. Rabino, recuerdo bien mi infancia. Tengo muy presente al Rabino de la ciudad y a su esposa, RabĂ Levi Itzjak Schneerson y la Rabanit Jana (n.d.r: Padres del Rebe de Lubavitch).
Basia habĂa tenido tres hijas. Cada una de ellas habĂa tenido tres hijas tambiĂ©n. El Rabino explicĂ³ a todos los presentes que todos eran judĂos. Al dĂa siguiente, la bisnieta apareciĂ³ nuevamente en la oficina del Rabino. Con lĂ¡grimas en los ojos dijo: "Mi bisabuela falleciĂ³ y queremos que tenga un sepelio judĂo" DespuĂ©s del funeral, una de las hijas dijo al Rabino: "Ahora comprendo por quĂ© mi madre no comĂa pan durante una semana en primavera y ayunaba durante todo un dĂa en otoño"
A partir de ese momento, RabĂ Kaminetzky se ocupĂ³ de que la familia se conectara con sus raĂces judĂas. Hoy todos los descendientes de Basia viven su vida como iehudim, y varios de ellos han emigrado a Israel.
Fuente: Jabad.com Imagen: La maison des Schneerson Ă Yekaerinoslav.