Alguien le preguntó cómo era esto posible, ya que con seguridad no había tiempo suficiente. Rabí Méndel contestó: "La necesidad de cada uno deja un rastro en mi corazón. En la hora de la plegaria abro mi corazón y digo: '¡Señor del mundo, lee lo que está escrito aquí!' "
Fuente: Cuentos jasídicos-Los Maestros Continuadores-Martín Buber.