Para leer y reflexionar: La adivinanza de la Reina Saba

Cuando la Reina de Saba llegó a Jerusalén, antes de ir a visitar al Rey Salomón en su palacio, quiso ponerlo a prueba, para saber si realmente era un hombre tan sabio como lo contaba su renombre.
Tomó un frasco de vino muy fino y un pan redondo, los envolvió bien y se los dio a su padre, como persona de gran confianza, diciéndole que los lleve al Rey y le pregunte: "¿Si la mar no se agita y si la luna está entera, qué día del mes es?"
El padre de la Reina fue donde el Rey Salomón, le entregó el re­galo y le repitió el mensaje de su hija. El Rey abrió el paquete y le dijo al padre de la Reina: - "Dile a tu hija, que la mar está agitada y que la luna está en tres cuartos, y que el día es el séptimo del mes."
Volvió el padre donde la hija con la respuesta. La hija le dijo: - "Señor Padre, ¿por qué comiste una parte del pan y por qué bebiste una parte del vino que le envié al Rey? Si tenías sed, me podrías haber dicho lo que necesitabas para el viaje, sin tocar el regalo que yo le mandé al Rey. Yo te mandé a ti, porque tenía confianza en tí".
"¿De dónde sabes que comí una parte del pan y bebí una parte del vino? - preguntó el padre, sorprendido.
"Me lo dijo el Rey mismo en su respuesta." - le contestó la Rei­na,- "porque la mar que se agita es el vino que se está agitando en la botella, pues ya no estaba llena, ya que tu bebiste la mitad. La luna es el pan redondo, que se hizo en tres cuartos pues tu te comiste una parte." Así entendió la Reina de Saba que el Rey Salomón respondía a la fama de muy sabio, y se fue a su encuentro.




 

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