Para leer y reflexionar: Mi caballo ...

Una vez, el gran Jafetz Jaim ztz”l observó a cierto judío sentado muy abatido, cabizbajo y llorando.
Se acercó a él, y le interrogó con suavidad por el motivo de su congoja. 
Ese judío simple contestó, inconsolablemente: “El caballo que me sostenía en mi trabajo, desplomó y se murió.” 
Al escuchar eso, el ínclito sabio le animó cariñosamente: “Si de verdad crees que el caballo te proporcionaba la vivienda, entonces sería muy apropiado que llores. Pero, solo ¡date cuenta que es el Eterno que te regala el sustento material!
Confía, deja de sollozar, porque H"shem siempre te ayudará sin fallarte, aunque tu caballo haya muerto.”
Fuente: Admor de Kalov Shlit"a



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