Para leer y reflexionar: Supervisión Divina
Un comerciante muy importante vino a quejarse a lo del Rabí Jaím Volozsín por lo que le había ocurrido: había mandado varias cargas de madera a Prusia, pero los guardias de la frontera no las dejaban entrar y quedaría empobrecido.
-No te preocupes -lo consoló el Rabino- el Eterno proveerá.
Mientras tanto, subió el precio de la madera y el comerciante ganó
mucho dinero y se presentó ante el Rabí, radiante de alegría diciendo: -Rabino, ahora veo que existe la Supervisión Divina.
-Te das cuenta -dijo el Rabino- el rico se diferencia del pobre, porque el pobre ve la Supervisión Divina todos los días y el rico, una vez
en muchos años.
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