Para leer en la mesa de Shabat: Taxi

Pensaba y pensaba… ¿Qué podía hacer?...
Parado en el medio de la calle, con el corazón oprimido, rogaba a Hshem que lo ayudara…
Mientras estaba absorto en sus pensamientos, pasó un taxi frente a sus ojos. ¡¡Se le ocurrió una idea!! Corrió al teléfono más cercano, tomó una guía telefónica, y buscó una agencia de taxis…
-Agencia de Taxis, buenas noches…
-Buenas noches, necesito que me envíe nueve taxis a esta dirección…, pero tenga en cuenta que todos los conductores deben ser judíos.
Le dio la dirección del Bet Hakneset, y una vez confirmada la reserva, se dirigió hacia allí a esperar que llegaran.
Pronto, comenzaron a llegar uno tras otro, los nueve taxis, sus conductores preguntaron por los pasajeros… el Iehudí los invitó a pasar al interior del Bet Hakneset, una vez allí comenzó a explicarles el motivo de su llamada, tratando de convencerlos de lo importante que era para él cumplir con la Mitzvá de hacer Tefilá, con Minian, nunca en su vida se había perdido esa mitzvá, y ahora, había surgido un contratiempo, se había quedado dormido…pero él estaba dispuesto a pagar lo que fuera necesario para remediar esta situación, les explicó fervorosamente como se abren las puertas del Cielo cuando se unen diez hombres para orar al Creador, y como sus ruegos llegan directamente al Trono Celestial…
Concluyendo, les dijo: - Pongan en funcionamiento sus relojes…Yo les voy a abonar lo que marque los relojes…
-Mire que le va a salir muy caro.
-No importa, ya les dije que estoy dispuesto a pagarlo.- Los taxistas se encogieron de hombros, si él estaba dispuesto a pagarles, no veían motivo alguno para negarse.
Entraron al Bet Hakneset, y comenzaron con la Tefilá, la fuerza y la emoción que ponía esta persona en cada palabras, sumadas a la explicación que les había transmitido con tanta convicción, y con tanto ímpetu, terminaron por conmover a los taxistas.
Finalizó la Tefilá con mucha emoción, agradeciendo a Hakadosh Baruj Hu, todas las bondades que le prodigaba.
Cumpliendo con su compromiso, se acerco a uno de los taxistas para pagarle su deuda, pero este se negó a recibir el pago, con sus palabras había llegado a su corazón, y con su actitud lo había conmovido, “solo un Tzadik podía sacrificarse tanto por una mitzvá”.
Este taxista se encargó de convencer a cada uno de sus compañeros, haciéndoles ver que no podían cobrarle a una persona de tal categoría, tan especial… Y así, con cada uno y uno, finalmente ninguno de ellos aceptó recibir el pago…
Fuente: Revista Or Daméseh- Asociación Israelita Sefaradí Hijos de la Verdad- "Bene Emeth" Año: 8 Nº 13.


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