En un momento dado, Mar Zutra vió como un huésped se lavaba las manos y se secaba en una prenda que no le pertenecía y que colgaba de la pared.
Entonces exclamó:
-Esta persona no respeta las cosas ajenas y seguramente es el ladrón de la copa de plata.
Acorralaron pues a dicha persona y finalmente confesó el robo.