11 de Jeshvan: Iortzait de Rajel Imeinu
Cuando el
Beit Hamikdash (el Gran Templo) fue destruido, Moisés, las matriarcas y
patriarcas le rogaron a D"s para que los Judíos volvieran a la Tierra
de Israel. Sin embargo, los Judíos habían pecado, y D"s selló el juicio
en su contra. Y a pesar de que Abraham, Itzjak, Iaacov y Moisés
intentaron, hablando de las grandes cosas que habían hecho en su vida,
las puertas de la misericordia se habían sellado.
Pero luego
Rajel habló. En el mérito de su amor a su hermana Lea, y en mérito de no
avergonzarla con gran sacrificio personal, el Todopoderoso anuló su
decreto. D"s le dijo: “Deja de llorar, porque tus oraciones han sido
escuchadas”. Y continúan siendo oídas.
Todos conocemos la
historia de cómo, el día de su boda, su padre la cambió con su hermana
mayor Lea, engañando a Yaakov (Jacob) a casarse con “la chica
equivocada”. Los Sabios preguntan ¿Cómo es posible que Yaakov sea
engañado? La respuesta dada es que Rajel y Yaakov habían programado
señales para poder comunicarse entre sí. Sabían que eran almas gemelas,
pero el padre de Rajel era conocido por ser menos que honesto, y quería
estar seguro de su compromiso matrimonial siguiera adelante. Pero cuando
llegó el momento y Lea había sido “cambiada” de modo que se casaría con
Yaakov, Rajel no quería que su hermana se avergonzara. Ella le enseñó
las señales, y renunció a su honor y felicidad por su hermana. Fue este
acto de amor puro que dio al pueblo judío el mérito para continuar hasta
nuestros días.
Esta poderosa oración que Rajel utilizó para
defender a su pueblo es una de las muchas razones por la que los Judíos
se refieren a ella como Rajel Imeinu (Nuestra Matriarca Rajel), y otros
la llaman Mome Rajel. Rajel Imeinu nos ama incondicionalmente, nos
cuida, llora por nosotros, y trae nuestras súplicas directamente al oído
de D"s.
Cada año, cientos de miles de Judíos y no Judíos
visitan su tumba. La gente reza para encontrar un esposo, para tener
hijos, y para cualquier otra necesidad.
Es por Rajel Imeinu,
el poder de sus oraciones, y su condición de madre de todos los Judíos,
que oramos por la gente en el mérito de su madre. Es el llanto de una
madre por su hijo que despierta rajamim (misericordia) del Todopoderoso.
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