El Rabino percibió los pensamientos del predicador y le dijo: Tanto tú como yo tenemos influencia, con la diferncia de que tenemos distintas fuerzas.
Yo que odio el soborno, influencio a mis adeptos para que también odien el soborno, por eso me dan el dinero, pero tú que gustas del dinero, influencias a los que te escuchan para que amen el dinero, por eso no te lo quieren dar.
Fuente: Anécdotas talmúdicas y de rabinos famosos. Dr. Simón Moguilevsky.