Rabí Baruj, nieto de Rabí Israel Baal Shem Tov, no ocultó sus críticas a los presuntuosos, o que eran considerados por otros mayores y mejores. Solía decir :
El jasid verdadero no debe contentarse con pretender serlo ante D"s, estudiar y rezar y cuidar en todo su relación con el Todopoderoso, sino prestar atención también a los detalles y preceptos existentes entre los seres humanos.
El rabino en Israel – acostumbraba decir Rabí Baruj – no puede conformarse con el trato de preguntas acerca de lo prohibido y lo permitido, sino que debe mediar y traer paz entre los hombres, rescatar al oprimido de su opresor, y advertir vehementemente de engaños en el comercio y en negociaciones.
Una vez vino a él un judío adinerado, que era conocido como avaro y tacaño. El tal pudiente no se permitía ningún lujo y vivía una vida miserable.
Rabí Baruj le habló con reprobación: un hombre como tú, que D"s bendijo con riqueza, debe mantenerse generosamente,
Cada día tu mesa estará cubierta de carnes y pescados y manjares exquisitos, y también vino del mejor para beber durante la comida.
Después que despidió al rico-avaro, uno de los alumnos de Rabí Baruj le preguntó : Díganos, maestro, para qué echar sermones a este tacaño, acaso le tiene lástima que no come ni bebe ?
Mi compasión no es para él – respondió el sonriente Rabí Baruj – sino para los pobres que se allegan a su casa. Si él comerá la carne y el pescado y beberá el vino, y se complacerá, sabrá entonces darle a los pobres por lo menos el pan duro. Ahora, cuando él mismo se contenta con pan y sal y sardinas, qué pueden estos pobres desgraciados esperar de él…
El jasid verdadero no debe contentarse con pretender serlo ante D"s, estudiar y rezar y cuidar en todo su relación con el Todopoderoso, sino prestar atención también a los detalles y preceptos existentes entre los seres humanos.
El rabino en Israel – acostumbraba decir Rabí Baruj – no puede conformarse con el trato de preguntas acerca de lo prohibido y lo permitido, sino que debe mediar y traer paz entre los hombres, rescatar al oprimido de su opresor, y advertir vehementemente de engaños en el comercio y en negociaciones.
Una vez vino a él un judío adinerado, que era conocido como avaro y tacaño. El tal pudiente no se permitía ningún lujo y vivía una vida miserable.
Rabí Baruj le habló con reprobación: un hombre como tú, que D"s bendijo con riqueza, debe mantenerse generosamente,
Cada día tu mesa estará cubierta de carnes y pescados y manjares exquisitos, y también vino del mejor para beber durante la comida.
Después que despidió al rico-avaro, uno de los alumnos de Rabí Baruj le preguntó : Díganos, maestro, para qué echar sermones a este tacaño, acaso le tiene lástima que no come ni bebe ?
Mi compasión no es para él – respondió el sonriente Rabí Baruj – sino para los pobres que se allegan a su casa. Si él comerá la carne y el pescado y beberá el vino, y se complacerá, sabrá entonces darle a los pobres por lo menos el pan duro. Ahora, cuando él mismo se contenta con pan y sal y sardinas, qué pueden estos pobres desgraciados esperar de él…







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