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Rabí Hirsh se quejó una vez ante su maestro de que siempre que oraba veía letras y palabras llameantes destellando ante sus ojos.
Está - dijo Rabí Méndel - son las concentraciones místicas de nuestro santo maestro Rabí Isaac Luria. Por lo tanto ¿Cuál es el motivo de tu queja?
-Quiero orar concentrándome sólo en el significado de las palabras. - Contestó Rabí Hisrh.
Lo que tienes en la mente - dijo Rabí Méndel - es un elevadísimo peldaño que sólo un hombre en cada generación puede alcanzar. El de haber aprendido toda la sabiduría secreta y orar entonces como un niño pequeño.
Fuente: Cuentos jasídicos. Los maestros continuadores I - Martín Buber.
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Cuenta la leyenda que dos amigos viajaban por el desierto y discutieron. Uno acabó dando al otro una bofetada. El ofendido se agachó y escribió con sus dedos en la arena: “Hoy mi amigo me ha dado una fuerte bofetada en la cara”.
Continuaron el trayecto y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y herido empezó a ahogarse. El otro se lanzó a salvarlo. Al recuperarse del posible ahogamiento, tomó un estilete y empezó a grabar unas palabras en una enorme piedra. Al acabar, se podía leer:
“Hoy mi amigo me ha salvado la vida”.
Intrigado el amigo, le preguntó:
¿Por qué cuando te hice daño escribiste en la arena y ahora escribes en una roca?
Sonriente, el otro respondió:
Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir la ofensa en la arena, donde el viento del olvido y del perdón se encargará de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando un amigo nos ayuda o nos ocurre algo grandioso, es preciso grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento de ninguna parte del mundo podrá borrarlo."


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Cuando era un niño, Rabí Zalman Aharon (el 'Razó'), hermano mayor de Rabí Shalom Dovber de Lubavitch (el Rebe "Rashab"), se sentía molesto porque era notoriamente más bajo que su hermano menor.
Un día, el 'Razó' salió disimuladamente detrás de su hermano y lo empujó a una zanja poco profunda. Cuando el Rashab, sorprendido, se puso de pie desde el fondo de la zanja, el 'Razó' aprovechó el momento y señaló que ahora él era más alto.
Rabí Shmuel de Lubavitch, padre de ambos muchachos, observó todo el episodio. El Rebe pidió una silla, y le indicó al Razó' que se subiera a ella, y le preguntó:
"Dime, ¿quién es más alto ahora?"
El 'Razó' contestó vehementemente que de nuevo él era más alto.
"¡Ajá!" Dijo Rabí Shmuel. "¡Ahora lo sabes! Para ser más grande que tu compañero, no hay ninguna necesidad de tirarlo abajo. ¡Simplemente tú debes elevarte!"
Fuente: Jabad.com






 

 

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Había una vez una mujer, cuyo marido estaba inculpado por haber participado en un complot contra el Rey. El Rey lo hizo aprisionar en un pozo muy profundo, debajo de la tierra, donde no se oía ni a un gallo cantar, ni a un perro aullar.
La mujer, que amaba mucho a su marido, fue a rogar al Rey que lo sacara de la prisión, pues él era inocente. El Rey le dijo: - "Vamos a hacer una prueba. Si logras que tu marido te escuche dentro de esa prisión y se dé cuenta de tu presencia, será signo de que es inocente. En este caso, voy a liberarlo. Pero si no lograras que se dé cuenta de tu presencia, significa que es culpable, y va a ser conde­nado a muerte sin titubeo. Te daré un día entero para intentar salvar a tu marido".
Mandó el Rey a uno de sus guardianes adentro de la prisión para controlar si el hombre escuchaba a la mujer, mientras ella se acercó a la boca del pozo y empezó a llamar a su marido. Lo llamó una, dos, tres veces, con toda su fuerza, pero cuando salió el guardián de la prisión y el Rey le preguntó si el marido pudo escu­char a la mujer, le respondió: - "No, no escuchó nada".
La mujer pensó y pensó, qué hacer. Consiguió una campana pequeña y subió a la torre de la prisión. La hizo sonar unas cuantas veces, con toda su fuerza. Pero esta vez tampoco logró hacerse oír por su marido.
La mujer, desesperada, corrió a conseguir la campana más grande que había. La arrastró hasta la prisión y subió con gran dificultad a la torre. Al llegar allá arriba, cortó todos sus vestidos en cintas y los transformó en cuerdas gruesas, para poder mover la campana y así hacerla sonar. La hizo sonar un par de veces y, por fin, el son de la campana llegó hasta el fondo del pozo.
El marido, al oír por primera vez un sonido adentro de aquel pozo donde no se sentía antes ningún alma viva, se despertó de su desfallecimiento y se tornó hacia el guardián: - "¿Estás sintiendo tú también el sonido de una campana? Ha de ser el llamado de mi esposa, a quien extraño tanto y hoy me viene a visitar".
Al oír eso, el guardián se fue corriendo donde el Rey y le avisó que el hombre ya escuchó a su mujer. Así, el Rey vio que el marido pasó la prueba y por medio de la fuerza del amor, podía vencer todas las dificultades. El Rey mantuvo su promesa. Lo sacó de la prisión y le devolvió la libertad.
Fuente: Veghazi.



 


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Rabí Akiva observó que uno de sus discípulos estaba en la Academia con la cara sombría. Al preguntarle el motivo, le contestó.
- Tuve un sueño malo. Me dijeron tres cosas: Primero, que en el mes de Adar moriré. Segundo, que no voy a ver el mes de Nissan. Tercero, lo que voy a sembrar no cosecharé.
- Estas tres cosas que viste en tu sueño son justamente muy buenas: respecto a tu muerte en Adar significa que te vas a dedicar con toda tu vida al estudio de la Torá y serás famoso, porque "adar" significa grandeza y fama. En cuanto a lo que te dijeron que no verás Nisan, significa que nunca serás tentado (en hebreo: nisaión). Por último, lo que te han dicho de que lo que siembres no cosecharás, significa que tendrás hijos que vivirán mucho tiempo.
Fuente: Ierush, tratado Maaser Sheini, 4- Anécdotas del talmud y de rabinos famosos.





 

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Cuando Rabí Tzvi Elimelej Spira -1777-1841-(conocido como el Bnei Isajar) tenía 10 años, su padre trabajaba de maestro en un pueblo distante. Éste pasó allí todo el invierno, alojándose en la hostería de un judío. Era normal en esa época que un maestro no viera a su familia desde octubre hasta abril.
Ese invierno fue particularmente crudo. Las tormentas de nieve duraban semanas. Durante una de ellas, se escuchó un fuerte golpe en la puerta. Tres aldeanos polacos semi congelados pedían refugio. Sus fondos no alcanzaban para pagar siquiera una noche de estadía. El hotelero cerró la puerta. El maestro quedó pasmado. Al quejarse al dueño de casa, éste le preguntó si él acaso se haría cargo de la estadía de estos hombres. Para su sorpresa, el maestro aceptó.
Los campesinos se alegraron y estuvieron allí a expensas del maestro durante las dos semanas que duró la tormenta. Luego, agradecieron a su benefactor y abandonaron el lugar.
Pesaj se acercaba y el padre del Bnei Isajar arregló las cuentas con el judío del hospedaje. Éste le debía 40 rublos por la educación de sus hijos, más el maestro le adeudaba 43 por la estadía de los paisanos. El hotelero le deseó un Feliz Pesaj y le aseguró que podía devolverle los 3 rublos a su regreso.
El maestro retornó a su pueblo pero no pudo ir a su casa, con las manos vacías. Se detuvo en la Sinagoga local y comenzó a estudiar Talmud.
Su hijo, Tzvi Elimelej lo encontró allí y con gran emoción le pidió que lo acompañara a su hogar para mostrarle la ropa nueva que su mamá había comprado (a crédito) para Pesaj. Esto lo hizo sentir peor. Mientras caminaban por la calle, una carreta pasó a toda velocidad. Cuando el cochero estuvo a su lado, las ruedas pisaron una piedra e hicieron caer un sobre. El maestro lo levantó y corrió al coche, pero éste ya había dado vuelta la esquina y desaparecido.
El sobre no tenía ninguna señal ó identificación (y de acuerdo a la ley judía, en tales circunstancias, pertenece a quien lo haya encontrado). ¡Al abrir el sobre encontró 43 rublos!.
La noche del Seder, cuando el Bnei Isajar abrió la puerta para recibir al Profeta Eliahu, llamó a su padre diciendo: "¡Tate, el cochero ha venido!" Pero cuando el maestro llegó, ya nadie estaba allí. El maestro ordenó a su hijo no contar esta historia hasta el final de sus días. Y así lo hizo: Rabí Tzvi Elimelej sólo la relató a un alumno, muchos años después, en su lecho de muerte.
Fuente: Chabad.com - Hershel Finman 

 
 
 


 


 

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Una vez, durante los años que Rabi Zusha de Anípoli viajaba de lugar en lugar llevando a cabo su “exilio” físico-espiritual, llegó a una ciudad en vísperas de Shabat. Inmediatamente se dirigió al Beit Hakneset del lugar para rezar allí la tefilá de “Kabalat Shabat” junto a los judíos del lugar. Al finalizar el rezo, ninguna persona se acercó a él para invitarlo a comer la cena de Shabat, pues estaba vestido con ropas tan harapientas, que la gente tenía miedo de llevárselo para su hogar.
Finalmente, el “shamash” (encargado) del Beit Hakneset tuvo compasión de él, y se lo llevó para que cenase junto a él en su casa. De pronto, en medio de la cena, comenzó Rabí Zusha a manifestar su alegría de estar allí comiendo, riéndose con una fuerte y ruidosa risa. De tan alegre que estaba, comenzó a aplaudir y a besarse sus propias manos.
Las personas de la casa notaron la inusual conducta del invitado, y quedaron petrificados en sus asientos con angustiantes miradas de sospecha y de temor. Al darse cuenta Rabí Zusha de la situación que había provocado, se dirigió a las personas que estaban sentadas alrededor de la mesa y les dijo así: “Pueden estar tranquilos, queridos amigos, que Zusha no se ha vuelto loco. Lo que sucede es que Zusha está contento de poder comer su comida en casa de judíos buenos, que gracias a Zusha tuvieron el mérito de cumplir con la mitzvá de ‘hajnasát orjím’ (hospitalidad). Es por eso que Zusha está contento, pues Zusha se parece ahora a un ‘Etrog’. Díganme, ¿acaso las personas se preocupan por el Etrog durante el año? No. Durante el año el Etrog nadie se preocupa por el Etrog, y éste es un fruto totalmente desatendido.
¿Cuando el Etrog adquiere su lugar y su importancia? En la festividad de Sucot, fiesta en la cual el Creador del mundo ordenó que cumplamos con una mitzvá a través de tomarlo y bendecirlo junto a otras tres especies. También Zusha es así como el Etrog, alguien sin importancia durante todo el año. Sin embargo, en el día de hoy, Zusha se convirtió en un medio para que otros cumplan con el precepto de ‘hajnasát orjím’. Y es por eso que Zusha está contento y siente un gran amor por si mismo y se besa las manos, pues ahora Zusha se parece a un Etrog, que sirve para que todos cumplan con una mitzvá a través de él”.
Fuente: Cuentos judios inspiradores. Masuah




 

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Rabí Feivish de Zbarazh fue una vez a la casa de Rabí Méndel para pasar el shabat con él.
El domingo al despertar
Méndel para pasar el shabat con él. El domingo, al despedirse, empezó a llorar y dijo:
"Tengo setenta y cuatro años y todavía no he retornado verdaderamente a D"s."
Llorando, Rabí Méndel le contestó: "Esto también me perturba a mi".
Entonces decidieron bendecirse mutuamente con la bendición de que pudieran ser capaces de lograr el verdadero retorno.
Fuente: Cuentos jasídicos. Los maestros continuadores. Martín Buber




 

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Un jasid de Rabí Jaim de Otonia decidió enviar a su hijo a una escuela que no era adecuada. El Tzadik lo reprendió duramente, y agregó que si su hijo no volvía a una educación de Torá, no volviera a visitarlo.
El jasid decidió acercarse al hermano del Rebe, que era considerado más moderado. Éste lo recibió con calidez. Luego lo invitó a que lo acompañara en su paseo diario. Cuando llegaron a una plantación de árboles, el Tzadik comenzó a relatar:
“Cuando éramos niños, el melamed -maestro- nos llevó de excursión a una huerta de árboles frutales. Él pretendía enseñarnos las particularidades de cada árbol para que supiéramos distinguir entre uno de manzanas y otro de peras, pero en realidad no lo comprendimos totalmente. Pasaron unos meses, y cuando los árboles comenzaron a dar sus frutos, supimos que aquel que daba manzanas era un manzano y el que estaba lleno de peras era un peral.
El Tzadik miró al hombre y le dijo: “¿Comprendes? De acuerdo al fruto, se identifica el tipo de árbol”. El hombre entendió el mensaje y recolocó a su hijo en una educación de torá y Temor al Cielo.
Fuente: Jabad.org



 

 

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Entre los judíos yemenitas, la canción está considerada como un don divino. Se canta cuando nace un niño, en su circuncisión, durante su Bar Mitzvá, en el compromiso matrimonial, durante el servicio de matrimonio y aún en los entierros. Los cantantes reciben una remuneración importante y están considerados como un buen partido. Incluso, estaban invitados por sus vecinos árabes para presentar su arte. 
Pasó varias veces, que el gobernador de Yemen llamó a algunos cantores judíos de mucho talento a su corte y les regaló, junto a su familia, derechos y privilegios especiales.
¿Y qué hacían aquellos muchachos que no tenían buen oído? Ellos iban a la montaña que llaman Zamir (Cantor). Allí había varias rocas con formas de instrumentos musicales: bombo, timbal, flauta, órgano, guitarra, cítara, y otros más. Allí pasaban todo el día y se sentaban encima de varios "instrumentos". Así conseguían una capacidad para tocar instrumentos y además, regresaban a la casa siendo cantores perfectos. Pero si alguno de ellos no recibía el talento para cantar, regresaba a su casa no sólo sin poder cantar, sino incluso perdiendo su capacidad de habla. Eso significaba, según la creencia popular, que este muchacho o su familia cometie­ron algún pecado y la Montaña de la Canción los había castigado.
¿Qué se podía hacer para recuperar la capacidad del hablar? El afectado y toda su familia iban a otra montaña, de nombre Dibur (Habla). Los acompañaba también el maestro de la comunidad. El maestro empezaba a conversar con cada miembro de la familia.
Hasta que éste haya confirmado de haber cometido algún tipo de pecado. Entonces, se organizaba una "shuljan" (una comida) para pedir el perdón por el pecado, y el muchacho recuperaba su capacidad de habla. De esta manera, cada miembro de la familia era responsable por el otro.
Como la caminata hacia la Montaña de la Canción albergaba ciertos peligros, dejaron de visitarla y hoy día ya nadie sabe, dónde se encuentra. Sin embargo, de vez en cuando se escucha un susurro, una canción y voces lindas, y se dice que esta música llega desde la Montaña de la Canción. Incluso algunos recuerdan estas canciones y saben cantar las melodías escuchadas.
Fuente: Veghazi.cl


 

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Un gentil encontró a Rabí Ishmael y lo bendijo. -Tu respuesta ya fue contestada- dijo Rabí Ishmael.
Más tarde, se encontró con otro gentil que lo maldijo. -Tu respuesta ya fue dada-dijo Rabí Ishmael.
Entonces los discípulos que iban con él le preguntaron: -¿Respondiste lo mismo a aquél que te maldijo como a aquél que te bendijo, cómo puede ser?
-Yo me refería al versículo del Génesis (12,3): ”Los que te bendigan serán benditos y los que te maldigan, serán malditos” -les aclaró Rabí Ishmael.
Fuente: Anécdotas Talmúdicas y de Rabinos Famosos.


 
 

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17 de Marzo del 2022 - 14 de Adar II del 5782. Minutos después de las 11 hs. el Rab. David Plotka leyó la meguilá para las damas en el Beit Jabad Flores, sito en Helguera 634, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.Esperando la Lectura de la Meguilá

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Se planteó esta pregunta a Rabí Méndel: "Leemos en las Escrituras que cuando dijeron a Moisés que la gente estaba trayendo demasiadas ofrendas para la construcción del santuario en el desierto, dio orden de que nadie en adelante trabajara en el santuario. ¿Cómo se entiende esto? Todo lo que tenía que hacer Moisés era ordenar que no se trajeran nuevas ofrendas."
Rabí Méndel explicó: " Es bien sabido que todos los que trabajaban en el santuario eran hombres muy santos, y que su trabajo tenía un efecto sagrado.
Cuando uno de ellos golpeaba el yunque con su martillo y otro partía madera con su hacha, los sonidos hallaban eco en los corazones de todos los que escuchaban, y la gente se sentía impulsada por el sagrado deseo de traer más de lo necesario. Por eso Moisés ordenó a los trabajadores que detuvieran su tarea.
Fuente: Cuenos jasídicos. Los maestros continuadores I. Martín Buber.



 

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Había una persona que acostumbraba a viajar a lo de Rav Zusha de Anípoli para darle dinero de “rescate” a cambio de que rece para que se le cumplan sus pedidos.
Una vez fue a visitar a Rav Zusha y no lo encontró en su casa. Le preguntó a la esposa de Rav Zusha dónde estaba, y ella le respondió que se había ido a visitar a su Rabino, el Maguid de Mezeritch.
Exclamó el sorprendido visitante: ¿Qué? ¿Acaso el Rabí tiene su propio Rabí? Y pensando para sí se dijo: iré entonces yo también a visitar a su Gran Rabí.
Viajó a lo del “Maguid de Mezeritch”, entró a su cuarto, le dio el “dinero de rescate” y retornó a su casa.
Sin embargo, a partir de aquel día sus negocios comenzaron a empeorar, hasta que finalmente perdió todos sus bienes.
Su esposa lo atormentaba increpándole: ¿Por qué abandonaste a tu Rabino? Debes viajar a lo de tu antiguo Rabino Rev Zusha, y pedirle que rece por tu salvación.
Decidió hacerle caso a lo que dijo su esposa y viajó a lo de Rev Zusha.
Al llegar a la ciudad de Anípoli, entró con Rev Zusha y le contó todo lo que le había sucedido. Luego de relatarle su situación le dijo así: Todo el tiempo que venía con usted, me continuaba enriqueciendo día a día, más luego de comenzar a visitar a su sagrado Rabino, me fui empobreciendo hasta que quedé prácticamente en la ruina. ¿Acaso es justo me haya sucedido lo que me sucedió, después que fue usted mismo quién me dijo que su Rabino era mucho más grande que usted?
Le contestó Rev Zusha diciéndole: Te voy a explicar. Por supuesto que mi Rabino es miles de veces más elevado que yo, y justamente por eso te sucedió lo que te sucedió. Todo el tiempo que dabas a alguien simple como Rev Zusha, el Santo Bendito Sea se comportaba contigo de la misma manera y te daba sin discriminarte en relación a otras personas. Sin embargo, cuando comenzaste a buscar a personas más importantes que yo para darles, del cielo decidieron discriminarte también a ti, y entregarle el dinero a personas que son más importantes que tu …
Fuente: Cuentos de Israel- Mashua.org


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Érase una vez el Fuego, el Agua y la Confianza. Juntos entraron a un bosque y el Fuego dijo: "Si me perdiera busquen el humo porque allí donde hay humo hay fuego". El Agua dice: "Si me perdiera busquen la humedad, porque allí donde hay humedad hay agua". Entonces la Confianza dijo: "Si yo me perdiera, no me busquen... porque una vez perdida no me encontrarán nunca mas!"
Autor Anónimo


 



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Es de público conocimiento lo que está sucediendo en Ucrania. Por esta razón y por que no haya más guerras en el mundo elevamos nuestra plegaria:


 

 

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Cierta vez, el pobre y menesteroso Rabí Eizik Ben Jekl de Cracovia soñó que debía ir a Praga y excavar debajo del puente que conduce hacia el palacio real, pues allí encontraría un gran tesoro escondido para él.
Se fue a pie a la capital de Bohemia. Cuando llegó al puente, vio allí a un policía caminando de ida y vuelta. Tuvo miedo de empezar a excavar en presencia de éste.
Como el policía tenía su servicio de patrulla en el mismo lugar día tras día, comenzó a sospechar del Rabí y le preguntó por la razón de su comportamiento. El Rabí le contó su sueño.
El policía le contestó con ancha sonrisa: - "¿Quieres decir que tú has recorrido un camino tan largo por un sueño? Parece que ese es el destino de aquella gente que cree en ellos. Si yo creyera, también ya hace tiempo tendría que haberme ido bien ligerito, pues a mí se me aconsejó en un sueño ir a la ciudad de Cracovia, entrar en la casa de un judío de nombre Eizik Ben Jekl, excavar debajo de su estufa, y sacar de allí un tesoro bien importante. ¡Eizik Ben Jekl!
¿Es ésta una información exacta? La mitad de los judíos de esa ciudad se llama Eizik y la otra mitad se llama Jekl. Eso significaría que tendría que excavar debajo de cada casa de la ciudad". Así habló el policía y no dejó de reír. Cuando Eizik Ben Jekl escuchó sus palabras, se despidió de él y regresó a su casa. Apenas llegó, excavó una fosa bien profunda debajo de su estufa y descubrió allí un tesoro de mucho valor, con el que construyó una sinagoga, que siguió existiendo durante muchos años, con el nombre de "La sinagoga de Rabí Eizik Ben Jekl".
Fuente: Veghazi.cl



 

 

 

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Rabí Refael de Barshad, discípulo preferido de Rabí Pinjas de Koritz, le preguntó a su maestro:
-Una persona que sufrió muchas penurias y a la que le parece que el Eterno esconde su faz de él, ¿Qué tiene que hacer para reforzar su fe?
-El hecho de reconocer que el Eterno esconde su faz de él -repuso Rab. Pinjás- ya es el principio de la corrección.
Fuente: Anécdotas Talmúdicas y de Rabinos Famosos- Dr. Simón Moguilevsky.



 

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Miri Ganz te invita a un día de Relajación + Coaching. Por qué el tiempo que dedicas para vos es muy importante y ahora tenés la oportunidad de vivenciar una clase magistral.
Miri te espera... vos que esperás para anotarte. Recordá Martes 15 de febrero a las 10 hs. Miércoles 16 de febrero 15 hs.
La primera clase es gratis.
"Mi tiempo de descanso no es negociable".
Seguro te va a venir bien.



 

 

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Cierta vez, llegó un joven a la casa de un importante Rabino a quién aún no conocía. Al presentarse ante él, el Rabino le preguntó: ¿Quién eres?.
El joven respondió: Me llamo Moshé.
El Rabino insatisfecho le dijo: No te he preguntado como te llamas, sino ¿Quién eres?.
Un poco confundido meditó y le dijo: Creó que ya comprendí su pregunta, soy el hijo de Jaim Donner.
El rabino, nuevamente volvió a decirle: No te he preguntado por la identidad de tu padre, sino que te he preguntado: ¿Quién eres?”.
Reflexionando un poco más, dijo: Soy un estudiante de la yeshivá Torat Jaim.
El Rabino lo miro fijamente a los ojos y por tercera vez le dijo: No te he preguntado cual es tu ocupación ni dónde estudias. Te he preguntado sencillamente ¿Quién eres?”.
Sintiéndose superado por la insistente y “amenazadora” pregunta aún no contestada, se dirigió el joven al Rabino y le dijo: Me rindo Rab. ¿Podría contestarme usted por favor quién soy?
El Rabino lo miro fijamente a los ojos y le dijo: Tu eres el alma divina que hay en ti. No eres ni tu nombre, ni tu ropa, ni tampoco aquello que estudias …
El alma es nuestro “yo” verdadero, y es a ese yo al que con mayor énfasis debemos de tratar de cuidar y alimentar.
Fuente: Cuentos inspiradores. Mashua.






 

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