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Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron.
-Buen día- dijo la mentira.
-Buenos días- contestó la verdad.
-Hermoso día- dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
-Hermoso día – dijo entonces la verdad.
-Aún más hermoso está el lago- dijo la mentira.
Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo:
-El agua está aún más hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira. Ambas se quitaron la ropa y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue.
La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla. Es así como aún hoy en día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo.
Fuente: Desconocida  


 

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El martes 23 de junio del 2022, reabrirá sus puertas “Beguidim” (Cuidadores o guardianes de la ropa) el ropero comunitario de AMIA, que funciona en Uriburu 650, como intermediario entre quien ofrece y quien necesita ayuda.
“Es una gran alegría reabrir el ropero, y poder hacerlo bajo estas nuevas condiciones, que mejoraron sustancialmente el lugar”, señaló Eliana Epelbaum, coordinadora del área de Voluntariado de AMIA. “Este relanzamiento fue posible gracias al equipo de Programas Sociales, de Infraestructura y de todos los voluntarios que participan del proyecto”, agregó.
La directora de Programas Sociales, Fanny Kohon dijo: “Se trata de un recurso que se pone a disposición de quien lo necesita, para que pueda ejercer su derecho de tener una vestimenta digna, una nueva prenda para usar en este invierno”, afirmó. “Este relanzamiento fue pensando en las necesidades de los destinatarios, quienes tienen derecho a venir a un lugar cálido, a elegir las prendas y a recibir la mejor atención”, destacó.
Cuenta con un probador y un espacio destinado a las “Tejedoras Solidarias” de AMIA para realizar sus prendas y guardar sus confecciones, antes de que sean donadas.
“Beguidim” funcionará todos los martes en dos horarios: de 10 a 12, y de 13:30 a 15:30, siempre con cita previa en Uriburu 650, planta baja, tanto para quienes quieren entregar ropa, como quien las necesite.
Turnos al 4959-8810, o por email [email protected],ar
“Recibimos donaciones de ropa para personas adultas y niños; sábanas, frazadas, toallas y colchones. Todo se debe encontrar en perfecto estado”, señalaron los organizadores e informaron que las “prendas serán entregadas a personas destinatarias de los programas sociales de la institución, o a quienes presenten una derivación formal de otra organización”.
Sólo Bat Israel agradece a Prensa Amia la información e imagen enviada.



 


 

 

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El malvado Turnusrufus le preguntó a Rabí Akiva:
-Si vuestro D"s ama tanto a los pobres. Por qué no los nutre?
-No lo hace para que nosotros lo hagamos y seamos liberados por medio de esta mitzvá, de sufrir en el otro mundo.
-Por el contrario -dijo el romano- por el hecho de ayudar a los pobres merecen el Infierno. Te daré un ejemplo: un rey se enojó con uno de sus siervos y lo encarceló, ordenando que no le dieran de comer ni beber. Pero una persona sí lo hizo, entonces...No es que el rey debe enfurecerse?
-No -dijo Rabí Akiva- tu ejemplo no es correcto, te daré otro ejemplo: un rey se enojó con su hijo y lo encarceló, ordenando que no le den de comer ni beber. Entonces una persona sí lo hizo y cuando el rey escuchó lo que sucedió, le dio a la persona un regalo”.
(Tratado Baba Batra 10).
Fuente Historias del Talmud y de Rabinos Famosos 


 

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En el marco de la segunda edición del proyecto de inclusión digital “Virtuali”, el área de Personas Mayores de AMIA, con el apoyo del Joint, convoca a quienes quieran mejorar el uso de las herramientas y aplicaciones del teléfono celular a inscribirse y ser parte de un proceso que será compartido con jóvenes voluntarios, que oficiarán de facilitadores.
“El año pasado Virtuali fue una experiencia innovadora, desafiante, y muy enriquecedora, tanto para las personas mayores destinatarias como para los voluntarios. Más allá del aprendizaje de las herramientas digitales, se generaron vínculos intergeneracionales muy fuertes y significativos”, señaló Sebastián Fridman, coordinador del área de Personas Mayores de AMIA.
“Nuestro objetivo es volver a reunir a los participantes del año pasado y convocar a nuevos voluntarios y personas mayores. Esperamos lograr un alcance nacional a través de la articulación con instituciones de todo el ámbito comunitario”, adelantó.
Para el ciclo 2022 de Virtuali, los organizadores esperan brindar la posibilidad de generar encuentros virtuales y también presenciales a través de “postas Virtuali”, que serán puntos de encuentro en diferentes instituciones del país.
“Apostamos a seguir promoviendo proyectos de inclusión digital comunitarios, solidarios e intergeneracionales, con impacto concreto en la mejora de la calidad de vida de los destinatarios”, destacó Sebastián Fridman.

En que consiste?

El proyecto Virtuali consiste en que voluntarios y voluntarias puedan acompañar a personas mayores que tengan ganas de aprender nuevas herramientas para utilizar en el celular. El proceso es individual, semanal, tanto presencial como virtual. Es decir, cada dupla decidirá si se encontrará de manera presencial en alguna de las sedes de las instituciones comunitarias que se ofrecerán, o si será virtual o en formato híbrido.
Con 12 encuentros previstos, el programa se extenderá por 3 meses. Cada facilitador planificará los contenidos según los intereses y necesidades de cada persona mayor.
Tener ganas de aprender o mejorar el uso nuevas herramientas es el requisito principal que deben cumplir las personas mayores que quieran sumarse a esta iniciativa que se propone propiciar la inclusión digital de las personas mayores en pos de favorecer su autonomía, la integración social y comunitaria y reducir la brecha digital existente. “Apuntamos a personas que tengan diversos niveles en el uso de las herramientas. Tendrán tiempo de inscribirse hasta el martes 21 de junio. Más adelante, también pondremos a disposición otras fechas para poder sumarse”, indicaron desde el área de Personas Mayores de AMIA.
Para la inscripción, las personas interesadas deberán registrarse en https://forms.gle/vqPktuceftzP8QZv8 o escribir un correo a [email protected]

Sólo Bat Israel agradece a Prensa Amia, la información enviada para compartir con nuestros ciberlectores.






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El genio Rabí Isser Zalman Meltzer, caminaba acompañado de su alumno hacia la Yeshivat “Etz Jaim”, donde tenía que dar una clase. Mientras caminaba, comenzó a llover una lluvia torrencial. En medio de su caminata, los paró un judío que se ocupaba de juntar dinero para Tzedaká y le pidió una contribución. Comenzó Rabí Isser Zalman a buscar en sus bolsillos, hasta que encontró un billete y se lo entregó a aquel judío.
La demora provocó que sus ropas se mojasen, motivo por el cual, le dijo el alumno al hombre que pedía la Tzedaká: “no está bien lo que hace usted, pues el Rabino se está mojando en medio de la lluvia torrencial, además de que se está dirigiendo a dar su clase”.
Interrumpió el Rabino a su alumno y le dijo: “querido alumno: mi ocupación es la de dar mi clase y la ocupación de este señor es la de juntar el dinero para darlo de Tzedaká”. Créeme que yo no se cual de las dos ocupaciones es la más valorada en el cielo … por lo tanto, por demás que está justificado que me moje para poder cumplir con la mitzvá de la Tzedaká …
Fuente: Cuentos judios inspiradores.

 

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Rabí Hirsh se quejó una vez ante su maestro de que siempre que oraba veía letras y palabras llameantes destellando ante sus ojos.
Está - dijo Rabí Méndel - son las concentraciones místicas de nuestro santo maestro Rabí Isaac Luria. Por lo tanto ¿Cuál es el motivo de tu queja?
-Quiero orar concentrándome sólo en el significado de las palabras. - Contestó Rabí Hisrh.
Lo que tienes en la mente - dijo Rabí Méndel - es un elevadísimo peldaño que sólo un hombre en cada generación puede alcanzar. El de haber aprendido toda la sabiduría secreta y orar entonces como un niño pequeño.
Fuente: Cuentos jasídicos. Los maestros continuadores I - Martín Buber.
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Cuenta la leyenda que dos amigos viajaban por el desierto y discutieron. Uno acabó dando al otro una bofetada. El ofendido se agachó y escribió con sus dedos en la arena: “Hoy mi amigo me ha dado una fuerte bofetada en la cara”.
Continuaron el trayecto y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y herido empezó a ahogarse. El otro se lanzó a salvarlo. Al recuperarse del posible ahogamiento, tomó un estilete y empezó a grabar unas palabras en una enorme piedra. Al acabar, se podía leer:
“Hoy mi amigo me ha salvado la vida”.
Intrigado el amigo, le preguntó:
¿Por qué cuando te hice daño escribiste en la arena y ahora escribes en una roca?
Sonriente, el otro respondió:
Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir la ofensa en la arena, donde el viento del olvido y del perdón se encargará de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando un amigo nos ayuda o nos ocurre algo grandioso, es preciso grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento de ninguna parte del mundo podrá borrarlo."


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Cuando era un niño, Rabí Zalman Aharon (el 'Razó'), hermano mayor de Rabí Shalom Dovber de Lubavitch (el Rebe "Rashab"), se sentía molesto porque era notoriamente más bajo que su hermano menor.
Un día, el 'Razó' salió disimuladamente detrás de su hermano y lo empujó a una zanja poco profunda. Cuando el Rashab, sorprendido, se puso de pie desde el fondo de la zanja, el 'Razó' aprovechó el momento y señaló que ahora él era más alto.
Rabí Shmuel de Lubavitch, padre de ambos muchachos, observó todo el episodio. El Rebe pidió una silla, y le indicó al Razó' que se subiera a ella, y le preguntó:
"Dime, ¿quién es más alto ahora?"
El 'Razó' contestó vehementemente que de nuevo él era más alto.
"¡Ajá!" Dijo Rabí Shmuel. "¡Ahora lo sabes! Para ser más grande que tu compañero, no hay ninguna necesidad de tirarlo abajo. ¡Simplemente tú debes elevarte!"
Fuente: Jabad.com






 

 

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Había una vez una mujer, cuyo marido estaba inculpado por haber participado en un complot contra el Rey. El Rey lo hizo aprisionar en un pozo muy profundo, debajo de la tierra, donde no se oía ni a un gallo cantar, ni a un perro aullar.
La mujer, que amaba mucho a su marido, fue a rogar al Rey que lo sacara de la prisión, pues él era inocente. El Rey le dijo: - "Vamos a hacer una prueba. Si logras que tu marido te escuche dentro de esa prisión y se dé cuenta de tu presencia, será signo de que es inocente. En este caso, voy a liberarlo. Pero si no lograras que se dé cuenta de tu presencia, significa que es culpable, y va a ser conde­nado a muerte sin titubeo. Te daré un día entero para intentar salvar a tu marido".
Mandó el Rey a uno de sus guardianes adentro de la prisión para controlar si el hombre escuchaba a la mujer, mientras ella se acercó a la boca del pozo y empezó a llamar a su marido. Lo llamó una, dos, tres veces, con toda su fuerza, pero cuando salió el guardián de la prisión y el Rey le preguntó si el marido pudo escu­char a la mujer, le respondió: - "No, no escuchó nada".
La mujer pensó y pensó, qué hacer. Consiguió una campana pequeña y subió a la torre de la prisión. La hizo sonar unas cuantas veces, con toda su fuerza. Pero esta vez tampoco logró hacerse oír por su marido.
La mujer, desesperada, corrió a conseguir la campana más grande que había. La arrastró hasta la prisión y subió con gran dificultad a la torre. Al llegar allá arriba, cortó todos sus vestidos en cintas y los transformó en cuerdas gruesas, para poder mover la campana y así hacerla sonar. La hizo sonar un par de veces y, por fin, el son de la campana llegó hasta el fondo del pozo.
El marido, al oír por primera vez un sonido adentro de aquel pozo donde no se sentía antes ningún alma viva, se despertó de su desfallecimiento y se tornó hacia el guardián: - "¿Estás sintiendo tú también el sonido de una campana? Ha de ser el llamado de mi esposa, a quien extraño tanto y hoy me viene a visitar".
Al oír eso, el guardián se fue corriendo donde el Rey y le avisó que el hombre ya escuchó a su mujer. Así, el Rey vio que el marido pasó la prueba y por medio de la fuerza del amor, podía vencer todas las dificultades. El Rey mantuvo su promesa. Lo sacó de la prisión y le devolvió la libertad.
Fuente: Veghazi.



 


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Rabí Akiva observó que uno de sus discípulos estaba en la Academia con la cara sombría. Al preguntarle el motivo, le contestó.
- Tuve un sueño malo. Me dijeron tres cosas: Primero, que en el mes de Adar moriré. Segundo, que no voy a ver el mes de Nissan. Tercero, lo que voy a sembrar no cosecharé.
- Estas tres cosas que viste en tu sueño son justamente muy buenas: respecto a tu muerte en Adar significa que te vas a dedicar con toda tu vida al estudio de la Torá y serás famoso, porque "adar" significa grandeza y fama. En cuanto a lo que te dijeron que no verás Nisan, significa que nunca serás tentado (en hebreo: nisaión). Por último, lo que te han dicho de que lo que siembres no cosecharás, significa que tendrás hijos que vivirán mucho tiempo.
Fuente: Ierush, tratado Maaser Sheini, 4- Anécdotas del talmud y de rabinos famosos.





 

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Cuando Rabí Tzvi Elimelej Spira -1777-1841-(conocido como el Bnei Isajar) tenía 10 años, su padre trabajaba de maestro en un pueblo distante. Éste pasó allí todo el invierno, alojándose en la hostería de un judío. Era normal en esa época que un maestro no viera a su familia desde octubre hasta abril.
Ese invierno fue particularmente crudo. Las tormentas de nieve duraban semanas. Durante una de ellas, se escuchó un fuerte golpe en la puerta. Tres aldeanos polacos semi congelados pedían refugio. Sus fondos no alcanzaban para pagar siquiera una noche de estadía. El hotelero cerró la puerta. El maestro quedó pasmado. Al quejarse al dueño de casa, éste le preguntó si él acaso se haría cargo de la estadía de estos hombres. Para su sorpresa, el maestro aceptó.
Los campesinos se alegraron y estuvieron allí a expensas del maestro durante las dos semanas que duró la tormenta. Luego, agradecieron a su benefactor y abandonaron el lugar.
Pesaj se acercaba y el padre del Bnei Isajar arregló las cuentas con el judío del hospedaje. Éste le debía 40 rublos por la educación de sus hijos, más el maestro le adeudaba 43 por la estadía de los paisanos. El hotelero le deseó un Feliz Pesaj y le aseguró que podía devolverle los 3 rublos a su regreso.
El maestro retornó a su pueblo pero no pudo ir a su casa, con las manos vacías. Se detuvo en la Sinagoga local y comenzó a estudiar Talmud.
Su hijo, Tzvi Elimelej lo encontró allí y con gran emoción le pidió que lo acompañara a su hogar para mostrarle la ropa nueva que su mamá había comprado (a crédito) para Pesaj. Esto lo hizo sentir peor. Mientras caminaban por la calle, una carreta pasó a toda velocidad. Cuando el cochero estuvo a su lado, las ruedas pisaron una piedra e hicieron caer un sobre. El maestro lo levantó y corrió al coche, pero éste ya había dado vuelta la esquina y desaparecido.
El sobre no tenía ninguna señal ó identificación (y de acuerdo a la ley judía, en tales circunstancias, pertenece a quien lo haya encontrado). ¡Al abrir el sobre encontró 43 rublos!.
La noche del Seder, cuando el Bnei Isajar abrió la puerta para recibir al Profeta Eliahu, llamó a su padre diciendo: "¡Tate, el cochero ha venido!" Pero cuando el maestro llegó, ya nadie estaba allí. El maestro ordenó a su hijo no contar esta historia hasta el final de sus días. Y así lo hizo: Rabí Tzvi Elimelej sólo la relató a un alumno, muchos años después, en su lecho de muerte.
Fuente: Chabad.com - Hershel Finman 

 
 
 


 


 

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Una vez, durante los años que Rabi Zusha de Anípoli viajaba de lugar en lugar llevando a cabo su “exilio” físico-espiritual, llegó a una ciudad en vísperas de Shabat. Inmediatamente se dirigió al Beit Hakneset del lugar para rezar allí la tefilá de “Kabalat Shabat” junto a los judíos del lugar. Al finalizar el rezo, ninguna persona se acercó a él para invitarlo a comer la cena de Shabat, pues estaba vestido con ropas tan harapientas, que la gente tenía miedo de llevárselo para su hogar.
Finalmente, el “shamash” (encargado) del Beit Hakneset tuvo compasión de él, y se lo llevó para que cenase junto a él en su casa. De pronto, en medio de la cena, comenzó Rabí Zusha a manifestar su alegría de estar allí comiendo, riéndose con una fuerte y ruidosa risa. De tan alegre que estaba, comenzó a aplaudir y a besarse sus propias manos.
Las personas de la casa notaron la inusual conducta del invitado, y quedaron petrificados en sus asientos con angustiantes miradas de sospecha y de temor. Al darse cuenta Rabí Zusha de la situación que había provocado, se dirigió a las personas que estaban sentadas alrededor de la mesa y les dijo así: “Pueden estar tranquilos, queridos amigos, que Zusha no se ha vuelto loco. Lo que sucede es que Zusha está contento de poder comer su comida en casa de judíos buenos, que gracias a Zusha tuvieron el mérito de cumplir con la mitzvá de ‘hajnasát orjím’ (hospitalidad). Es por eso que Zusha está contento, pues Zusha se parece ahora a un ‘Etrog’. Díganme, ¿acaso las personas se preocupan por el Etrog durante el año? No. Durante el año el Etrog nadie se preocupa por el Etrog, y éste es un fruto totalmente desatendido.
¿Cuando el Etrog adquiere su lugar y su importancia? En la festividad de Sucot, fiesta en la cual el Creador del mundo ordenó que cumplamos con una mitzvá a través de tomarlo y bendecirlo junto a otras tres especies. También Zusha es así como el Etrog, alguien sin importancia durante todo el año. Sin embargo, en el día de hoy, Zusha se convirtió en un medio para que otros cumplan con el precepto de ‘hajnasát orjím’. Y es por eso que Zusha está contento y siente un gran amor por si mismo y se besa las manos, pues ahora Zusha se parece a un Etrog, que sirve para que todos cumplan con una mitzvá a través de él”.
Fuente: Cuentos judios inspiradores. Masuah




 

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Rabí Feivish de Zbarazh fue una vez a la casa de Rabí Méndel para pasar el shabat con él.
El domingo al despertar
Méndel para pasar el shabat con él. El domingo, al despedirse, empezó a llorar y dijo:
"Tengo setenta y cuatro años y todavía no he retornado verdaderamente a D"s."
Llorando, Rabí Méndel le contestó: "Esto también me perturba a mi".
Entonces decidieron bendecirse mutuamente con la bendición de que pudieran ser capaces de lograr el verdadero retorno.
Fuente: Cuentos jasídicos. Los maestros continuadores. Martín Buber




 

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Un jasid de Rabí Jaim de Otonia decidió enviar a su hijo a una escuela que no era adecuada. El Tzadik lo reprendió duramente, y agregó que si su hijo no volvía a una educación de Torá, no volviera a visitarlo.
El jasid decidió acercarse al hermano del Rebe, que era considerado más moderado. Éste lo recibió con calidez. Luego lo invitó a que lo acompañara en su paseo diario. Cuando llegaron a una plantación de árboles, el Tzadik comenzó a relatar:
“Cuando éramos niños, el melamed -maestro- nos llevó de excursión a una huerta de árboles frutales. Él pretendía enseñarnos las particularidades de cada árbol para que supiéramos distinguir entre uno de manzanas y otro de peras, pero en realidad no lo comprendimos totalmente. Pasaron unos meses, y cuando los árboles comenzaron a dar sus frutos, supimos que aquel que daba manzanas era un manzano y el que estaba lleno de peras era un peral.
El Tzadik miró al hombre y le dijo: “¿Comprendes? De acuerdo al fruto, se identifica el tipo de árbol”. El hombre entendió el mensaje y recolocó a su hijo en una educación de torá y Temor al Cielo.
Fuente: Jabad.org



 

 

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Entre los judíos yemenitas, la canción está considerada como un don divino. Se canta cuando nace un niño, en su circuncisión, durante su Bar Mitzvá, en el compromiso matrimonial, durante el servicio de matrimonio y aún en los entierros. Los cantantes reciben una remuneración importante y están considerados como un buen partido. Incluso, estaban invitados por sus vecinos árabes para presentar su arte. 
Pasó varias veces, que el gobernador de Yemen llamó a algunos cantores judíos de mucho talento a su corte y les regaló, junto a su familia, derechos y privilegios especiales.
¿Y qué hacían aquellos muchachos que no tenían buen oído? Ellos iban a la montaña que llaman Zamir (Cantor). Allí había varias rocas con formas de instrumentos musicales: bombo, timbal, flauta, órgano, guitarra, cítara, y otros más. Allí pasaban todo el día y se sentaban encima de varios "instrumentos". Así conseguían una capacidad para tocar instrumentos y además, regresaban a la casa siendo cantores perfectos. Pero si alguno de ellos no recibía el talento para cantar, regresaba a su casa no sólo sin poder cantar, sino incluso perdiendo su capacidad de habla. Eso significaba, según la creencia popular, que este muchacho o su familia cometie­ron algún pecado y la Montaña de la Canción los había castigado.
¿Qué se podía hacer para recuperar la capacidad del hablar? El afectado y toda su familia iban a otra montaña, de nombre Dibur (Habla). Los acompañaba también el maestro de la comunidad. El maestro empezaba a conversar con cada miembro de la familia.
Hasta que éste haya confirmado de haber cometido algún tipo de pecado. Entonces, se organizaba una "shuljan" (una comida) para pedir el perdón por el pecado, y el muchacho recuperaba su capacidad de habla. De esta manera, cada miembro de la familia era responsable por el otro.
Como la caminata hacia la Montaña de la Canción albergaba ciertos peligros, dejaron de visitarla y hoy día ya nadie sabe, dónde se encuentra. Sin embargo, de vez en cuando se escucha un susurro, una canción y voces lindas, y se dice que esta música llega desde la Montaña de la Canción. Incluso algunos recuerdan estas canciones y saben cantar las melodías escuchadas.
Fuente: Veghazi.cl


 

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