Un campesino que trabajaba arduamente en un molino llegó un día a la gran ciudad. De pronto se detiene frente a la vidriera de una relojería y se pone a observar, al acercarse, oye la suave y dulce melodía de un reloj musical. Siguió preguntando, y le explicaron que era un reloj despertador y que aquella melodía era la encargada de despertar al dueño, con una canción. El campesino se sintió tan atraído que decidió entrar para comprar aquel reloj.
Luego de dialogar con el relojero, dijo convencido, quiero comprar el despertador musica. El relojero le respondió, fíjate si realmente te sirve, su sonido tan suave y dulce no creo que sea efectivo con los ruidos del molino de donde tú vives.
Pero, el hombre de campo respondió con simpleza y sencillez: Si es verdad que los ruidos del molino son estridentes, pero a esos ruidos mis oídos ya están acostumbrados, en cambio la melodía del reloj, es nueva y atrapante, seguro que con ella me despertaré.
Dice el Admur de Modzich Z"L: Una canción puede encender lo que muchas técnicas no logran.
Fuente: Extraído de Publicación Hevrat Pinto.

El gran poeta Abraham Ibn Ezra de Toledo era pobre y se sentía miserable, porque no podía ejercer ninguna verdadera actividad. Solía decir así: "Si yo empezara a comerciar con mortajas, no moriría nadie; si yo vendiera velas, el sol no se pondría nunca".
Decidió que trataría de buscar mejor suerte en el exterior. Sin embargo, en el mar abierto piratas atacaron su barco y todos los pasajeros tuvieron que pagar un rescate. Cuando le tocó su turno, dijo que él no tenía plata alguna.
Le preguntó el jefe de los piratas: - "¿Con qué quieres pagar para salvar tu vida? ¿Qué quieres darnos para que te devolvamos tu libertad?"
Ibn Ezra les contestó: - "No tengo ni plata, ni piedras preciosas, ni mercadería alguna; mis bienes son mi capacidad de escribir canciones, fábulas y acertijos."
"Si es realmente así" - le dijo el pirata. - "durante los viajes muy largos y a veces aburridos, vamos a tener una entretención con acertijos y adivinanzas. Si tú me das un enigma para descifrar y yo no conozco su solución, recuperarás tu libertad - y si no, tu vida se entregará a la muerte."
Ezra le habló así:
"Un campo de batalla sin tierra; Rey sin príncipes, reina sin vestidura, corcel sin jinete, soldados sin armas, corredores sin piernas, torres sin ventanas".
El pirata se dedicó a pensar y dijo que él ya había encontrado la respuesta a muchas adivinanzas, pero nunca a una tan complicada y tan especial. Un país de esta índole no podría existir jamás, pues se habría convertido hace mucho en el botín de sus enemigos.
Le dijo el poeta: - "Es el tablero de ajedrez y sus figuras".
La adivinanza y su solución le gustaron al jefe de los piratas tanto que dejó a Ibn Ezra en libertad y además, le dio unos cuantos regalos. Este, sin embargo, no quería recibirlos regalos porque estos tenían un origen bastante incierto.
Así que el saber bien utilizado puede salvar la vida.
Fuente: Veghazi--Cuentos.

Un shojet se presentó ante Rabí Israel Salant y le dijo que quería renunciar a su puesto, porque no podía aceptar la responsabilidad de su cargo.
-Si me equivoco, piense Rabí, cuanta gente ingeriría comida impura sin saberlo.
-Y de qué vas a vivir?
- Pienso ser un comerciante.
Rabí Israel se levantó y mirándolo fijamente le dijo: - Comer alimento que no son kosher es un pecado muy serio, pero constituye una sola transgresión. Pero el comercio, uno se expone a varias transgresiones. la de no robar, no codiciar, no engañar, no mentir, no jurar en falso, etc. Por que tienes menos miedo de violar esos preceptos, más que un error ritual, que comprende una sola transgresión?
Fuente: Anécdotas talmúdicas y de rabinos famosos. Dr. Simón Moguilevsky.
Una mañana, en el primer día de la Fiesta de las Semanas, antes de la lectura de la Torá, Rabí Méndel dejó la habitación donde la gente se reunía para orar y fue a su propio cuarto.
Después de un tiempo retornó a la habitación y dijo: "Cuando el Monte Sinaí fue elevado de modo que pendiera sobre vosotros como una gran campana vacía, fuisteis obligados a aceptar la Ley.
Ahora os libero de esta compulsión y de esta responsabilidad. Una vez más sois libres para elegir.'' Entonces todos gritaron con fuertes voces: "¡También ahora aceptamos la Torá!"
Un discípulo del rabí de Lublín, que se encontraba ahí porque no había podido ir a pasar las fiestas con su maestro, agregaba lo siguiente cada vez que contaba esta historia: "Y todas sus impurezas se disiparon como en aquella ocasión, en el Monte Sinaí."
Fuente: Cuentos Jasídicos - Los maestros continuadores - I
Esta
Tefilá de los padres sobre los hijos, fue escrita por el Shlá Hakadosh,
Rab Yeshayahu Horovitz. Esta Tefilá es muy propicio decirla todos los
días, pero especialmente un día antes de Rosh Jodesh Siván. La grandeza
de la víspera de este mes es expuesta por el Shlá Hakadosh en su libro, y
estas son sus palabras: “Todos tenemos la obligación de rezar a
Hashem por todas nuestras necesidades, ya que todo depende de Él. Por
eso, por cualquier necesidad que se tenga en cualquier momento, la
persona debe acostumbrarse a hacer Tefilá. Pero mucho más necesitamos
hacer Tefilá para que tengamos descendencia buena y kasher por siempre.
Ya que todo lo que tendrán nuestros hijos y con quién se casarán,
dependerá de Hashem. Y mi corazón me dice: un tiempo de Voluntad Divina
es la víspera de Rosh Jodesh Siván, ya que es el mes en que se entregó
la Torá, y ahí fue dicho que somos los hijos” de Hashem.
Es
propicio que el hombre y su mujer ayunen ese día y hagan teshubá, y
revisen todas las leyes pertinentes del kasherut de la casa. También es
bueno dar tzedaká ese día”. Asimismo, escribe el Shlá en otro de sus
libros: “Que siempre tenga la persona en su boca una Tefilá para sus
hijos, para que sean estudiosos de la Torá, tzadikim y crezcan con
buenas virtudes y cualidades. Debemos prestar mucha atención en las
Birkot Hatorá cuando decimos “Nuestras generaciones”, para que nuestros
hijos crezcan en el buen camino. Y en cualquier lugar en la Tefilá donde
se refiere a nuestros hijos, debemos prestar mucha atención, para que
se cumplan todas las berajot en nuestros hijos”.
Preguntaron a Rabí Méndel: En el shabat, cuando decimos la Plegaria de la Tarde, ¿Por qué repetimos las palabras del salmo: Y para mí, pueda mi oración a ti, oh Señor, ser en un tiempo de buena voluntad?.
Contestó: ¡Porque la voluntad del Altísimo de crear el mundo para el bien de sus criaturas ya existía en la tarde del shabat antes del primer día de la creación!
¡Cada shabat, en esta misma hora, es como si esa voluntad original despertara nuevamente, y por consiguiente oramos para que en esta hora, antes de que el shabat llegue a su fin, la voluntad de hacer el bien a Sus criaturas pueda manifestarse una vez más!
Fuente: Cuentos Jasídicos y de Rabinos Famosos - Martín Buber - Los Maestros Continuadores I.
Un adepto de Kotzk y otro de Jabad, discutían con respecto al tiempo que hay que dedicar a las oraciones.
El primero decía: - Si tienes una huerta y quieres evitar que entren animales, construirías una sólida valla, casi sin ranuras, pues si dejas un espacio grande entre las ranuras, los animales pueden encontrar la manera de introducirse y comer las hierbas. Por eso nosotros rezamos rápido, sin intervalos de meditación, como hacen ustedes, para que el instinto del mal no encuentre la forma de introducirse en nuestros pensamientos.
El adepto de Jabad le respondió: -Todo lo que dices está muy bien, pero qué pasa si construyes la valla y dentro del huerto hay un animal. Una sólida valla lo va a dejar atrapado. Por eso es mejor dejar un espacio mayor entre las ranuras, para sacarlo afuera.
Muchos tenemos en nuestro interior al Instinto Malo y sino hacemos una pausa y meditamos durante nuestras oraciones, no hay manera de expulsar al instinto malo de nuestros pensamientos.
Fuente: Anécdotas talmúdicas y de rabinos famosos. Dr. Simón Moguilevsky
